Lamentablemente estos carteles los estamos viendo a diario, locales cerrados, algunos esperando a que la normativa por la pandemia les permita abrir de nuevo, otros han echado el cierre definitivamente.

De los que no han podido aguantar y han cerrado, muchos ya se han puesto en alquiler, a la venta o se piden traspasos por los negocios, lo que está llevando a una situación de desolación en algunos barrios.

Algunos intentaron negociar con sus caseros cuando todo esto se les vino encima, y los propietarios listos accedieron y dieron facilidades. Pero otros, creyendo que esto no iba con ellos, se negaron a llegar a acuerdos, y ahora ven como sus locales están vacíos, nadie los quiere, y las rentas están bajando estrepitosamente.

Pero lo peor de esta situación es que la demanda es muy escasa, y cada día va a ser peor.

Además de la situación propia de la pandemia… ¿qué ha ocurrido? Pues que muchas cosas han cambiado. El teletrabajo ha llegado para quedarse, muchos negocios han ampliado su comercio online y ya no necesitan espacios abiertos a la calle, otros directamente se han reconvertido en digitales 100%, por lo que cada vez hace falta menos espacios físicos para trabajar o exponer los productos o servicios.

Por supuesto el comercio de barrio es el que más lo está sufriendo, a pesar de que durante este período que hemos pasado ha sido al único al que teníamos acceso. Pero el ser humano tiene poca memoria, y finalmente recurre a la compra online que sin quererlo acabará con las tiendas.

Los locales en zonas Prime también han visto como sus ingresos se reducían, mientas que las rentas que pagaban eran astronómicas, lo que les ha abocado al cierre.

¿Qué se puede hacer por lo tanto con estos locales que se quedan vacíos? Reciclarse es la única vía.

Hay que adaptar los precios a la demanda actual, ser flexible, y negociar.

También en algunos casos se puede pensar en cambiar el uso a vivienda, si la estructura del mismo y la normativa lo permiten.

Pero lo que no podemos permitir es deshumanizar los barrios y tener que acabar comprando todo online o teniendo que ir a las grandes superficies del extrarradio.

Propietarios e inquilinos o compradores se tienen que entender, llegar a acuerdos razonables para ambos, y entre todos conseguiremos reactivar el comercio, la vida en las ciudades, y por lo tanto nuestro bienestar.

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