Esta es una de las principales preocupaciones de la mayoría de los propietarios arrendadores.
Alquilar un inmueble es un negocio, y por lo tanto garantizar el cobro 100% es imposible, pero sí que existen algunos indicadores y trucos para intentar minimizar los riesgos.
1º.- Ingresos suficientes: es importante que el inquilino pueda demostrar unos ingresos suficientes para el pago de la renta, de los suministros y poder vivir; para ello es recomendable que la renta no supere el 40% de los ingresos percibidos por todos los arrendatarios.
2º.- Avales: en el caso de que los ingresos percibidos sean insuficientes, se puede pedir otro tipo de garantías, como un avalista personal, que avale los pagos con sus ingresos, un depósito extra, un aval bancario o incluso el pago de la renta por adelantado de varios meses o una anualidad.
3º.- Identificación: comprobar mediante DNI o NIE, que la persona que firma el contrato es quien dice que es, y que sus datos se corresponden con las garantías aportadas.
4º.- Morosidad: comprobar que no tiene deudas pendientes, al menos conocidas.
5º.- Investígale en internet: si tiene redes sociales, o si su nombre aparece relacionado con algo turbio.
6º.- Asegúrate de que percibe sus ingresos en territorio nacional, y no de empresas con sede en otros países, a los que te resultaría muy difícil llegar en caso de necesitar referencias.
7º.- Fíate de tu instinto: a pesar de todo lo anterior, si no te gusta la persona que tienes delante, no se lo alquiles, normalmente no te sueles equivocar.
8º.- Seguro: y si a pesar de todo quieres más garantías, contrata un seguro de impago de renta, que sí te garantiza el cobro de la misma.
Un profesional vela siempre por los intereses del arrendador, así que si quieres que alguien se encargue de verificar todo lo anterior, ponte en sus manos.
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