Empezó a nevar el jueves 7 de enero, como un aviso, paró, y de nuevo el viernes 8 volvió a nevar y ya no paró hasta el 9 por la tarde; lo que nadie imaginábamos, es que a pesar de estar en alerta Roja, y de que la Agencia estatal de Meteorología llevaba más de una semana avisando: iba a caer tal cantidad de nieve, que además iba a cuajar, y que íbamos a tener casi medio metro de nieve en muchos puntos de la ciudad.
Lo cierto es que así fue y para bien o para mal, creo que nunca habíamos visto una nevada igual en la capital y la verdad, dudo que volvamos a vivirlo.
Y como en Madrid somos de disfrutar y nos encanta hacer bromas de todo, la gran mayoría de la gente se echó a la calle para divertirse con la nieve, cada cual como le parecía, unos haciendo muñecos de nieve, esculturas de lo más peculiares, otros improvisando trineos hasta con las bandejas metálicas del horno, otros sacando esquíes, tablas de Snow, crampones, raquetas, haciendo guerras de bolas de nieve hasta niveles casi de competición olímpica, muchos desempolvando ropa y botas que no habían usado desde otras épocas y rebuscando en los trasteros y armarios. En fin, todo estaba permitido, todo era divertido ya que no olvidemos que para mucha gente joven era la primera vez que veían la nieve en su vida.
Y qué decir de los memes en redes sociales, un sinfín de bromas de la ciudad, el frío y la gente, porque en Madrid somos así, nos gusta reírnos y hacer bromas de todo, el humor nunca falta afortunadamente.
Esta ha sido la parte bonita y bucólica, pero es que la nieve trajo más cosas: la ciudad se colapsó, muchos coches quedaron atrapados en las carreteras a la salida de sus trabajos y no pudieron llegar a sus casas; costó casi 24 horas poder asistir a casi todos ellos, no se daba abasto.
La gente que tenía que llegar a un hospital no tenía medios y las ambulancias y servicios públicos tampoco podían acceder, lo que ocasionó todo tipo de contratiempos y situaciones de riesgo.
La gran mayoría de los arboles de la ciudad sufrieron daños por el peso de la nieve, roturas de ramas, se partieron, se troncharon, con la consecuente caída sobre los coches y las aceras y calzadas.
Las cornisas, balcones y terrazas se llenaron de grandes cantidades de nieve con grave peligro de desprendimiento.
A eso hay que unirle las bajas temperaturas, que han hecho que toda la nieve caída se haya helado y la ciudad se haya convertido en una gran pista de hielo, ocasionado por lo tanto caídas constantes en la calle.
Aunque todo el mundo se ha afanado en intentar retirar la nieve de las aceras y las calles, sobre todo los comerciantes de las calles pequeñas del centro que sabían que iban a ser los últimos, la gran mayoría de la gente no tiene herramientas para ello, las palas se agotaron en unas horas en todos los establecimientos de Madrid, en una ciudad que no dispone de este tipo de material porque nunca lo ha necesitado.
Igualmente debido a las dificultades para la movilidad, la sal ha escaseado y aun no ha llegado a todas las zonas de la ciudad.
De nuevo, la parte buena de todo esto, ha sido la solidaridad de una gran parte de la población, volcada en ayudar a los demás, cada cual con sus medios: los que tienen coches todoterreno, se unieron y han estado ayudando a desplazarse a los sanitarios que no podían ir y volver a sus casa, trasladando enfermos, etc. La gente más joven haciendo compras para los más mayores que no podían salir a la compra, haciendo recados a las farmacias, los que tenían palas limpiando las aceras y las calles a las que los servicios públicos aun tardarán en llegar, y así un sinfín de cosas necesarias.
También se han producido un reguero de desperfectos en las estructuras de las cubiertas, viviendas con goteras, humedades y daños en techos y soleras, afortunadamente a pesar de los hundimientos y desprendimientos de fachadas, parece que no hay que lamentar daños personales, pero desde luego costará mucho tiempo y dinero reconstruir todo lo dañado.
No obstante nos quedaremos con lo bueno, con esas fotos y estampas inigualables, con la grandísima solidaridad de las personas, con los vecinos y comerciantes organizándose en grupos de trabajo para limpiar las calles de nieve, solo pensando en el bien común, otros ayudando de la mejor manera posible según sus circunstancias, evitando usar los vehículos privados para dejar las vías libres para los vehículos de emergencia y de limpieza, esperando que la ciudad se recupere cuanto antes, e intentaremos colaborar en todo lo que nos sea posible.
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