Según el nuevo informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA)  “El ruido en Europa 2020”,  España supera la media europea de porcentaje de población que sufre de tráfico rodado (24,8% frente al 15,55%), y más del 50% de los habitantes de las zonas urbanas están expuestos a niveles de ruido de tráfico rodado de 55 decibelios (dB) o más durante el período día-tarde-noche. Según la organización Mundial de la salud, a este nivel es probable que se produzcan efectos sobre la salud.

Es curioso que cuando preguntamos a la gente de nuestra ciudad qué es lo que más le ha gustado del confinamiento o qué han agradecido, muchos coinciden en señalar que ha sido el silencio.

Vivir en una gran ciudad como Madrid lleva implícito el tener que soportar unos niveles de ruido continuo casi insoportables, pero hemos podido comprobar, gracias a una desgracia como el coronavirus y el obligado confinamiento, que una ciudad sin ruido es posible, y es mucho más agradable además de saludable.

Y nos preguntamos: ¿Cómo podemos reducir nosotros la contaminación acústica, el ruido molesto?

Yo creo que hay algo básico, y es  ponerse realmente en el lugar de los otros, y utilizar la lógica y el sentido común.

Todos sabemos que debemos intentar utilizar el coche lo menos posible, que es mucho más ecológico el uso del transporte público, de vehículos no contaminantes de todo tipo,  pero lo más importante es qué uso hacemos de los mismos: acciones como no conducir rápido por la ciudad, y menos en calles estrechas, no tocar el claxon, no dar acelerones, además de ser menos contaminantes, hacen que generemos menos ruido, y por lo tanto molestemos menos al resto de la gente.

Dentro de nuestros hogares, hay muchas acciones que consiguen mantener unos niveles de ruido razonable:

No poner la música o la televisión altos, no poner la lavadora o el lavavajillas muy temprano o muy tarde por la noche, no hacer ruido por la escalera ni en las zonas comunes,  subir y bajar las persianas despacio, no andar con tacones, no dar golpes ni hacer obras en horarios de descanso, si tenemos aparatos de aire acondicionado que generan ruido en un patio pequeño, apagarlo durante el descanso nocturno, no hablar alto tanto en la calle como en nuestra casa.

Esto será más sencillo si como hemos dicho antes, nos ponemos en el lugar de otros:

Pensemos en que hay personas que sufren de migrañas o jaquecas, a las que los ruidos les taladran la cabeza, bebés que necesitan dormir, personas con enfermedades terminales que necesitan descansar, otras con una simple gripe pero que necesitan reposo en cama, con trastornos del sueño, horarios de trabajo diferentes, como la gente que tiene turnos nocturnos, etc, etc… si en algún momento de tu vida has estado tu o algún familiar tuyo en una situación de estas o parecida, es fácil que hayas sufrido las molestias del ruido de la calle y/o de la comunidad de vecinos.

Según el Mapa estratégico del Ruido realizado en la ciudad de Madrid, en el período nocturno el 9,3 % de la población está expuesta a niveles sonoros superiores a los 55 dB.

Entre todos podemos conseguir que al menos nuestro edificio, nuestro barrio sea un lugar mejor para todos, con menos ruido y por lo tanto mayor calidad de vida, además de más saludable.

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