Brockmans se ha convertido en una marca ya mítica de ginebras. En este interesante artículo (lo que sigue no es más que un pequeño fragmento) se usa para hablar, además, de lo divino y de lo humano

Brockmans es una pequeña empresa familiar que, según más tarde nos hace saber su director en España, es el fruto de la afición de los miembros de una familia británica hacia la ginebra que en otras épocas se podría haber considerado adicción, pero que hoy en día no hace sino elevar la condición social de sus practicantes. En cualquier caso, la popularidad de la ginebra no es algo nuevo; ya en el siglo XVIII, la Edad de la Razón —apuntémoslo para los admiradores de la mente humana entendida como una máquina perfecta— en Gran Bretaña se desató una fiebre de la ginebra como consecuencia del rechazo que generó el afrancesado y por tanto católico (es decir, satánico y jesuítico) coñac. En una guerra contra el francés no solo militar sino también comercial que no estamos seguros de que haya finalizado hoy en día, el gobierno de Su Majestad, mediante las malas artes habituales, apoyó con entusiasmo el consumo de la ginebra, entonces trasegada a palo seco o ligeramente rebajada con agua, abocando a la práctica totalidad sus súbditos en un estado de embriaguez permanente que estuvo muy cerca de destruir las sólidas bases morales del imperio y cambiar la historia para siempre. Pero si nos fiamos de lo que por aquel entonces declamaban las autoridades que se decidieron a tomar cartas en el asunto para restablecer el orden, y que se referían a la ginebra como “the principal cause of all the vice & debauchery committed among the inferior sort of people”, el público objetivo de Brockmans es muy distinto del que en aquel entonces se bañaba en galones de ginebra, y esta nueva Gin Craze que parece no tener fin presenta unas características en nada semejantes a las de aquel entonces, excepción hecha de los oscuros intereses económicos que dejaremos sin investigar para dejar el campo libre a los amantes de las conspiraciones.


* Leer Brockmans Gin y la verticalidad del limón, de Fernando Olalquiaga en Jot Down

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