Porque nos preocupamos por tu salud, porque hay que cuidarse hasta cuando se hace el canalla, hoy os presentaremos las virtudes del combinado preferido del 33% de Las Musas: el gintonic.

La ginebra la inventó un médico flamenco, el doctor Franciscus de la Boe o Dr. Sylvius para los amigos. Este buen hombre comenzó destilando centeno con el propósito de hallar algún remedio para los dolores de barriga, y le añadió a su pócima unas bayas de enebro que aromatizaron el licor. Esta invención se llamó en un principio Jennever y fue evolucionando fonéticamente hasta su nombre actual.

Ya tenemos la ginebra inventada pero, ¿cómo llegamos al magistral gintonic? Una vez más, el afán por cuidar de la salud tendrá la clave en este proceso. Los soldados ingleses destinados a las colonias tropicales ingerían quinina a diario para prevenir la malaria y demás enfermedades propias de esas latitudes. Y el principal componente de la tónica, por aquella época, era la quinina. De esta forma, comenzaron a mezclar la tónica con la ginebra para matizar el sabor amargo de la quinina y para beneficiarse de las propiedades de la tónica como digestivo (recordemos que ingerían alimentos muy ricos en especias y sus estómagos no estaban acostumbrados a estos condimentos).

Así que, amiguitos, la próxima vez que acerquéis vuestro codo a una barra pediros un gintonic sin rubor, porque no tiene más que beneficios para nuestra salud. O, como dijeron los Oasis, I’m feeling Supersonic, give me gin and tonic.

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